Cuenta la leyenda que un 8 de diciembre de 1914, Pancho Villa cambió el nombre de la calle Plateros por Francisco I. Madero.

Parado en una escalera puso el letrerito, advirtiendo que al que osara quitarlo sería fusilado. Hoy, desde aquí, la estatua de bronce de Eduardo Bautista, ve pasar a diario por este andador unas 350 mil personas.

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